Confirmado: somos cada vez más pobres. Concretamente un 2,4% más que el año pasado por estas fechas. La cifra del Índice de Precios al Consumo Adelantado (IPCA) acaba de arrojar otro saco de pesimismo sobre las ya cargadas espaldas de los ciudadanos de a pie. Porque, no tengo duda, lo peor es eso. Está claró que las cifras no engañan y son fiel reflejo de la realidad: de confirmarse el dato, significaría que un mileurista tiene 24 euros menos para gastar al mes. Eso es una salida al cine con palomitas y refresco junto a su pareja. O, multiplicado por 12 meses, una escapadita de fin de semana a un hotel rural o a la playa. Es ese el problema, que cada vez sentimos que podemos hacer menos con nuestro dinero y que trabajamos para nada. Y se crea psicosis, "esto está falta", "adónde vamos a llegar", "nunca se había visto algo así". La gente gasta con menos alegría, los bares ponen menos cañas y las tiendas venden menos ropa. Una auténtica espiral que al final llega a todos los sectores y que se concreta en forma de despidos masivos. Por eso urge pararla. Y no hablo de inyecciones de dinero sino de grandes chutes de optimismo a base de reactivación del tejido industrial y de nuestro más grande tesoro: el turismo.
jueves, 29 de mayo de 2008
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